Revista de Guitarras

Juanjo Llorente

Juanjo Llorente
¿Cómo surge tu afición a la guitarra?
Hace mucho tiempo. Recuerdo que a un amigo de la infancia su padre le trajo de Estados Unidos una Telecaster en color crema con el mástil de arce y el diapasón de palo rosa y un amplificador Fender Twin Reverb. Fue mi primer contacto con el instrumento. Juntos comenzamos a buscar partituras y, sin darnos cuenta, la música entró en nuestras vidas.

Después vendría el siguiente paso, el interés por la luthería.
Cuando comencé a interesarme por la música ya contaba con bastante experiencia en el mundo de la escultura y la talla en madera. Esto, unido al hecho de que mi amigo tenía el poder mayoritario sobre el uso de la guitarra, me llevó a intentar hacerme mi propia Telecaster. En aquellos años suponía todo un reto ya que a la complejidad que ya de por sí entraña la construcción de la guitarra había que añadir la dificultad para encontrar accesorios y piezas para poder montarla. Fue una carrera de obstáculos pero, gracias a ella, encontré mi verdadera vocación. Descubrí que la madera no sólo se podía tallar, lijar, encolar… también sonaba. Y, además, cada tipo de madera tenía su propio sonido. Fui descubriendo día a día, de manera experimental, los secretos de mi profesión. Fue, simplemente, fascinante.

¿Cómo conseguiste hacer de esta aventura tu profesión?
La idea de dedicarme de manera profesional a la luthería se convirtió en una necesidad obsesiva. Con el tiempo y unas cuantas guitarras y bajos ya en mi curriculum conseguí entrar a trabajar en una de las principales tiendas de instrumentos musicales de Madrid, eso sí, como transportista. Mientras, continué fabricando instrumentos en un pequeño taller instalado en mi domicilio. Además, contaba con la ventaja que suponía trabajar en una empresa del gremio para conseguir los accesorios. Y, por si fuera poco, tenía un jefe al que admiraba y, no sólo a él, también a su hija, que posteriormente tomó las riendas de la empresa. Entretanto, la persona encargada del taller en la empresa cesó en el cargo y me propusieron ocupar su puesto. No dudé ni un instante y dije: “Sí, quiero”. A partir de ese momento asumí la responsabilidad de reparar todo tipo de instrumentos de cuerda a los músicos más importantes de la época. Fue un aprendizaje continuo que continué compaginando con la construcción de instrumentos en mi domicilio.