Revista de Guitarras

Carlos Sabrafén

Carlos Sabrafén es uno de los luthiers más reputados de nuestro país. En su taller, situado en pleno centro de Madrid, además de las reparaciones, mejoras y ajustes habituales, toman forma guitarras y bajos que siguen las más estrictas especificaciones del cliente. Son instrumentos en los que las palabras Custom Shop adquieren su verdadero significado. Sabrafén, con más de 20 años de experiencia como luthier, nos permite acercarnos a su trabajo y nos desvela algunos de los secretos de su profesión.

¿Cómo surge tu afición a la guitarra?
Me gustaba la música y, como casi todo el mundo que se inicia en la guitarra, intenté imitar a los héroes de la infancia y adolescencia.

¿Cómo surge tu afición a la luthería?
De niño me gustaba desarmar todos los cacharros. Sentía curiosidad por conocer cómo estaban hechas las cosas y, un buen día, le tocó a la guitarra.

¿Cómo fue tu aprendizaje?
Aprendí el oficio trabajando con otros luthiers y, por supuesto, también de manera autodidacta. Nunca fui a academias ni nada por el estilo. Aprendí de lo que veía y de lo que me contaban los que sabían.

¿Quién fue tu principal maestro?
El primero y fundamental fue Jaime Moreno, que ahora se dedica más al ámbito de los amplificadores. Después colaboré con más gente hasta que comencé a hacerlo por mi cuenta. Durante todo ese tiempo fui investigando y documentándome con la bibliografía sobre el tema.
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¿Cuál fue tu primer trabajo profesional?
Consistió en la construcción de una guitarra con piezas de otras.

En estos 20 años de profesión, ¿Cuál ha sido tu mayor reto, el trabajo del que te sientas más orgulloso?
Realmente no podría decir que haya habido una obra más complicada que el resto. Quizá el reto más difícil al que me he enfrentado ha sido montar un taller independiente y ponerlo en funcionamiento.

¿Necesita una guitarra el mantenimiento periódico de un profesional?
Siempre lo necesita. Cualquier aparato que esté sometido a un uso constante sufre un desgaste y, por lo tanto, necesita un mantenimiento. Con la guitarra y el bajo ocurre exactamente lo mismo. Hay mantenimientos que puede y debe hacer el usuario del instrumento y otros que, bien por desconocimiento o porque no se tengan las herramientas necesarias, obligan al músico a acudir a un profesional. Eso en cuanto a mantenimiento. Después, para realizar mejoras y reformas, siempre lo más apropiado es acudir al luthier.

¿Cuál es el mantenimiento mínimo de una guitarra o bajo que un usuario debería ser capaz de realizar por ti mismo?
Una revisión y mantenimiento del estado general de los ajustes básicos: puente, octavación, estado de trastes y curvatura del mástil. Esto es algo que debe hacerse casi a diario. Cada vez que el guitarrista o bajista coge su instrumento, debería reparar en los parámetros anteriormente mencionados. Después, si el instrumento requiere de una intervención más compleja, como por ejemplo un limado de trastes, lo mejor sería acudir al luthier.

¿Hasta qué punto es necesario acudir al luthier con un instrumento que acabamos de comprar?
Si entendemos por una guitarra nueva una de producción, yo diría que casi siempre es necesario un ajuste si queremos estrenar la guitarra en condiciones óptimas. Normalmente, las guitarras se ajustan en fábrica de forma muy somera, aunque esto depende de la calidad de los controles de cada marca. Después pasan una cantidad de tiempo indeterminado en almacenes, tiendas… y ahí, inevitablemente, sufren desajustes. Realmente, las únicas guitarras que podrían ahorrarse este paso son aquellas que han sido realizadas por encargo a un luthier o las custom shop, que son las únicas que incluyen este servicio. Las demás, si el usuario desea tenerlas desde el primer día al cien por cien, al menos necesitarán una revisión y, en la mayoría de los casos, un limado de trastes.
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Los cambios de temperatura y humedad son enemigos de nuestros instrumentos. ¿Hay alguna forma de paliar sus efectos?
Cuanto más estables sean las temperaturas y las humedades menos sufrirán los instrumentos. Todo lo que vaya encaminado a mantener esa estabilidad será beneficioso. El problema es que, normalmente, conseguir ese objetivo es complicado, ya que el músico se ve obligado a mover el instrumento por ambientes muy diferentes: teatros, locales de ensayo, etc.

¿Eres partidario de instalar algún sistema de humidificación en el lugar donde normalmente se encuentran las guitarras?

Depende del sitio donde esté la guitarra habrá que tomar unas u otras medidas. Por ejemplo, en Madrid yo nunca pondría a una guitarra las típicas bolsitas de silicagel que introduce mucha gente en los estuches, porque eso es adecuado para lugares húmedos. La mejor forma posible de controlar la temperatura y la humedad es utilizar un higrómetro en la sala donde normalmente guardamos las guitarras y, si la humedad es muy baja, utilizar un humidificador de sala, como los que habitualmente se venden en las farmacias. Esto no sólo es bueno para los instrumentos, también para las personas.

¿Por qué crees que la guitarra ha evolucionado tan poco desde sus orígenes?
Yo creo que tendemos a demandar lo que ya sabemos que funciona. Por ello los experimentos suelen ser complicados. La guitarra española, como sabemos, ha cambiado poquísimo desde que se instauró como tal porque el guitarrista clásico no suele aceptar bien los cambios, ni siquiera los estéticos. La guitarra eléctrica ha evolucionado algo más porque sus usuarios han sido algo más tolerantes en este sentido, pero tampoco demasiado. Los últimos inventos, que ya son clásicos, como la Parker, no dejan de ser una guitarra tal y como la entendemos, pero con otro sistema de construcción, otro enfoque… y eso es lo más lejos que se ha llegado.

¿Y qué opinas de los nuevos avances en el campo del modelado de guitarra?

Queda aún mucho por investigar. El mercado de la guitarra es limitado y, por lo tanto, investigar es muy caro. El luthier pequeño apenas puede permitirse la investigación y las grandes marcas tampoco invierten mucho en este sentido. Sería fantástico poder utilizar un taller sólo para investigar, introducir innovaciones y después sacar conclusiones, pero estamos sometidos a las leyes del mercado y necesitamos que los productos que realizamos tengan salida.
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Las grandes marcas. ¿Valen realmente lo que cuestan?
Esa es la pregunta del millón. La ley del mercado funciona por la oferta y la demanda y, como en todo, si un producto se puede vender por diez no se vende por cuatro. Eso es aplicable también a las guitarras.

¿Consideras más mito que realidad el tema de las guitarras vintage?

Eso obedece al coleccionismo, no a que la guitarra sea mejor o peor. Hay guitarras vintage muy buenas y otras que no lo son tanto. Puede haber guitarras actuales mejores que muchas vintage.

¿Cuál es la mejor guitarra que ha pasado por tus manos?
Algunas de las guitarras que he construido son de las mejores que he probado. Creo que ahí no debo ser falsamente modesto, es la verdad.

¿Hasta qué punto influye el barniz en el sonido de un instrumento y qué opinas del eterno dilema entre nitrocelulosa y poliuretano?

El sonido de un instrumento está condicionado por muchísimos factores y, sin duda alguna, por los materiales. El barniz es parte del material y, dependiendo de cómo se acopla a la madera en el tiempo, produce un timbre u otro. Si atendemos sólo al sonido, yo creo que la nitrocelulosa es mejor porque con el tiempo cristaliza de una manera que forma un cuerpo más homogéneo con la madera. Por el contrario, el poliuretano y otros barnices tipo poliéster crean una capa por encima de la madera mucho más resistente, que la protege muy bien, pero que, al mismo tiempo, frena la vibración de la misma. En cualquier caso, más que un eterno dilema, yo creo que es una moda de hace más bien poco. La nitro ha estado muy denostada hasta hace muy poco pero vuelve a ponerse de moda a raíz de que algunos custom shop vuelven a utilizarla en sus instrumentos y, desde entonces, parece que el músico vuelve a demandar la nitro que, dicho sea de paso, está prohibida en varios países. En resumen, la nitro es mejor para el sonido, pero hasta hace poco, y estoy hablando de hace unos diez años, nadie quería nitro.

¿Hay alguna forma de reconocer si una guitarra está acabada en nitrocelulosa?
Lo ideal sería conocer las especificaciones del constructor. Si no se dispone de ellas, lo mejor sería acudir a un especialista. La nitrocelulosa tiene un tacto especial, se pega más a los dedos. Pero también hay muchos tipos de nitro y no todas tienen el mismo tacto. También tiene un brillo especial y resalta de una manera diferente las vetas de la madera, ya que como penetra más le saca más vida a la madera. Pero sobre todo se reconoce por el tacto y, por supuesto, por el olor, rascando un poquito donde el instrumento no sufra. Pero, claro, para hacer esto hay que saber cómo huele. Después, hay algunos métodos más agresivos y que habría que realizar con sumo cuidado que consisten en echar una gotita de acetona o alcohol en una parte de la guitarra que no esté a la vista. Ambos productos disolverán el acabado si éste está realizado con nitrocelulosa.
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¿Hay que tener algún tipo de cuidado especial a la hora de limpiar el instrumento?
Va en función del tipo de acabado. Si el acabado es en poliuretano, el cuidado es similar al de cualquier otro mueble. Y, si es nitro, lo mejor es pasar un paño húmedo si el instrumento está muy sucio y acto seguido pasar un paño seco.

Algo parecido a lo que ocurre con la nitro sucede ahora con las cejuelas. Parece como si todo el mundo se hubiera puesto de acuerdo en que lo ideal es utilizar hueso.

Depende de qué plástico y de qué hueso. Los plásticos que ha usado Fender durante muchísimos años, realizados con micarta, son excelentes para realizar cejuelas de guitarra, superan en calidad a muchos huesos. El hueso, para que sea bueno, lleva un proceso de preparación y, además, no cualquier hueso es útil. Personalmente, a mí me gusta mucho utilizar la fibra de carbono para las cejuelas, no el grafito, que hay quien lo confunde. La fibra de carbono es muy buena, sobre todo para cejuelas de bajo, porque transmite muy bien todo el brillo de la cuerda y le da una viveza especial, mucho mejor que el hueso.

¿Cómo son las guitarras Custom Shop que realizas en tu taller?
Trabajo por encargo. El guitarrista o bajista me solicita el tipo de instrumento que quiere, basándose en sus preferencias personales. En el futuro me gustaría fabricar alguna serie de instrumentos estándar que fueran susceptibles de pequeñas variaciones, pero de momento mis trabajos son absolutamente por encargo.

¿Cómo definirías a tus guitarras?
Yo procuro en primer lugar que el cliente quede satisfecho con mi trabajo. Pero me interesa mucho, además de la funcionalidad, la estética. Siempre intento no sacrificar una por la otra y mi objetivo es que ambas vayan unidas en un conjunto lo más homogéneo posible. Me preocupa mucho la estética, pero una estética bastante austera. No me gustan las formas recargadas, ni excesivamente barrocas. Busco diseños que aúnen belleza, funcionalidad y armonía.

¿Es cierto que las guitarras mejoran con los años?

Sí. Y empeoran. Depende de cómo estén construidas y del trato que se les dé. La guitarra, al principio, cuando está nueva, como no ha vibrado, tiene que sufrir un periodo de adaptación de todas las piezas entre sí. Después, llega un momento en el que, a base de vibrar, mejora con los años. Pero si la guitarra es maltratada, también puede darse el caso de que empeore con el tiempo. Después hay guitarras que están hechas para durar eternamente o, por lo menos, más que la vida del propietario. Y también hay guitarras, como la mayoría de las españolas de calidad, que son perecederas, porque la tapa se acaba venciendo. Es un problema que también tienen muchas guitarras acústicas.

¿Existe la guitarra perfecta?
No. Depende de para qué se vaya a utilizar. La guitarra perfecta no existe, como no existe el coche perfecto… un Ferrari no lo puedes meter por un camino de tierra y algo parecido ocurre con las guitarras. Tampoco existe la guitarra más versátil, que servirá un poco para todo pero no nos servirá al cien por cien para nada. Versatilidad total no existe. Lo ideal sería tener los clásicos: una Les Paul, una Strato, una Telecaster, una acústica tipo Martin y una guitarra de jazz buena de tapa arqueada. Cada una en su terreno, si es buena, dará el máximo que se le pida.

Óscar Aranda

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